Pensar por montaje





Cuando adjudicamos al arte un modo de conocimiento concebido como un saber fundado –aunque sea presuntamente- en un método o sistema razonable –demostrativo-, al hacerlo eliminamos de un plumazo toda posibilidad de mediación artística, en especial el carácter radical y necesariamente procesual de la experiencia que le es propia: a saber, el hecho de que su sentido no descansa en unos supuestos predicados artísticos –comunicables-, sino en aquello que ocurra en el proceso de su propio acontecer, en aquello que toda obra sólo puede mostrar o dar a conocer en acto.
Mostrar y demostrar, José Díaz Cuyás, 2012
“Todas las experiencias de conocimiento indicial “eran más ricas que cualquier codificación escrita (…) se fundaban en sutilezas que no eran susceptibles de formalización, que muy a menudo ni siquiera eran traducibles verbalmente. (…) todas ellas nacían de la experiencia, de la experiencia concreta. Este carácter concreto constituía la fuerza de tal tipo de saber, y también su límite, es decir la incapacidad de servirse del instrumento poderoso y terrible de la abstracción” 155

